Letras de Domingo 2

Domingo 2

Ya sé que es lunes, pero no fue hasta muy tarde, en la noche de mi segundo domingo de blog, que pude sentarme a escribir. Esta vez me salen palabras sobre soledades, muchas soledades que van con miedos, muchos miedos que van con almas flojas.

Llevo días con un sabor amargo y triste entre mis dedos, como si la soledad de todos se colara entre ellos para llevarme de la mano y no soltarme, entonces, mi soledad se pone celosa y reclama su lugar.

Me salta sobre los labios y mis párpados que quieren besarla a ver si de esa manera sana, deciden mojarla gota a gota, como las palabras que se van quedando en el camino de esas muchas, muchísimas soledades. 

No ha sido fácil traernos a este lugar, en donde las almas flojas se conforman con su dosis de sertralina en la mañana para después dormir tranquilas junto al diazepam de la noche, que además le relaja la tensión del cuello que dejaron de utilizar para alzarse y lo han dejado como reposadera de aquel sin sentido que los lleva y trae una y otra vez por historias que no les pertenecen en una pantalla de varios tamaños, pero siempre presente. 

Mi soledad resalta, ella viene de un lugar en donde la gente se tocaba sin miedos, donde no se pide permiso para abrazar bien fuerte y acompasar los corazones, mi soledad extraña los colores de la mañana y el sabor de los mangos que se caen a la orilla de la carretera.

Mi soledad es coqueta porque sabe que siempre va de minifalda y sandalias, de donde ella viene, el único frío que nos arropa es el de las mazmorras de un tirano con nombre de pueblo. Pero de eso, ella no quiere seguir hablando. 

Mi soledad se queda en silencio por las noches, menos hoy, que ha decidido contarles que desde que habita en las tierras de sus ancestras ha perdido varias batallas. La primera fue con el amor, uno que se saboreo con la traición y otro que era de vacío y piedra, ambos amores la dejaron más sola, malherida diría mi abuela, pero también vestida de primavera, que siempre siempre siempre vuelve, por eso, hoy canta un vallenato y baila joropo llanero, no quiere dejar de seguir amando, aunque sabe que es muy posible que la sigan engañando. 

Pero también ha encontrado un camino, uno que aunque es muy complejo, lleno de obstáculos y miles y miles de “no te creo capaz” o “no te pienso ayudar”, es su nuevo camino, lo adorna con pequeñas y grandes Gracias que va dando, con notitas que le da por repartir a otros caminantes y sobre todo de invitaciones a que la acompañen.

Mi soledad está tan sola, que se le olvida quien es, y entonces le da por esperar a un caballero sin nombre, que la tome de la mano y la bese y la cuide y le sostenga para que así, sin querer queriendo, recuerde cuál es su nombre y sepa, al fin y al cabo, que ella soy yo y estamos solas. 

Saraí con acento en la í.





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