Letras de Domingo 4

Hay domingos que llegan como la lluvia de primavera, grises pero cargados de vida.

Hoy, se me enreda el corazón entre ilusiones y recuerdos, como la flor que brota de una rama que ya lleva mucho tiempo, esperando sin saber que la ilusión me invada, llega este caballero de las distancias a recorrer mis mañanas, a cerrar mis ojos de madre y mujer desheredada y desterrada, cada noche me abraza desde su distancia infinita y cercana y me susurra al oído que vendrá pronto a estar conmigo. 

Hoy, domingo gris y silencioso, en el que se escucha caer el agua que dará vida a las maravillas que engalanan estas tierras lejanas que habito, y me recuerdan que las lágrimas son también abono y alimento para un nuevo reencuentro. 

Somos ciclos, somos compromiso y también somos esfuerzo, no quiero olvidar la fuerza que da adaptarse y avanzar, aunque canse, el sabor de lo que encuentro con esfuerzo es más intenso, y me permite perderme en el saboreo de los amores que llegan como presentes, frutos que brotan y alimentan el alma, que aunque siga rota, baila salsa y ríe a carcajadas. 

Los días de primavera no son como los de los cuentos llenos de luz y colores, se parecen más bien al llanto cansado de un día que aún no ha terminado y sigue pujando entre mis manos para convertirse en letras, en sensaciones, en caricias sin piel ajena. 

Los días de esta primavera prometen un otoño cálido, cargado de ocres sabores a toronto y letras con lápiz mongol por estrenar. 

Esta primavera, me regala un encuentro distinto con la mujer que me ve en el espejo por las mañanas, esta vez soy yo la que sonríe y le habla del presente, de mis hijos que ya van dejando de ser míos para ser dueños de su tropiezos y nuevos encuentros, le hablo de mis letras que se hacen viejas con el sabor de una nostalgia que también es alegrías sin culpas ni remordimientos, de mis deseos y mis nuevos comienzos en los labios de un viejo reencuentro que se ha repetido tantas veces, hasta que hoy al fín, tienen sentido. 

Esta primavera me recompone de un amor que se estalló en el des-abrazo de un corazón de piedra que no quiso mojarse de las intensidades profundas y maravillosas del caribe, que no sabe de cobardes ni miedos, esta primavera húmeda, llega certera para acomodar el deseo de mi caballero esperado, que sin saberlo, me ha sanado. 

Otro domingo sereno, esperando tu beso, ese café desnudo y la mano segura de quién quiere envejecer entre mis letras y mis pechos.

Domingo de primavera gris y fértil, para extrañar el beso que más deseo. 

Tu beso de caballero distante, labrador de sueños e instantes. 

Poeta Saraí con acento en la í.

20 abril 2025





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